Por qué lo llamas vacaciones cuando quieres decir: ¡lo dejo todo y me voy!
Como idea clave: es de interés diferenciar entre el día a día, digamos habitual, y ¡el gran día!; o sea, el comienzo de las vacaciones.
Esta quimera te proporciona una sensación de control que favorece que no solo te sientas bien en una fecha concreta –vacaciones-, sino a lo largo de todo lo que es usual en ti –tu rutina de vida –.
Desconectar está muy bien. Cambiar de ambientes está muy bien. Pero, querer dejar de lado todo lo que compone tu vida en general, dicta un aviso sobre cómo te relaciones contigo y con tu entorno (incluimos trabajo, amigos, familia…). Y, no
parece que este aviso traiga buenas noticias.
Recientemente comentaba con una paciente cómo vivíamos nuestro tiempo de vida y, a este respecto, qué pensaba hacer en su horario de desconexión laboral. O, lo que llamamos vacaciones. El caso es que ella hacía alusión a que le encanta disfrutar de actividades distintas, pero sin que eso le suponga la totalidad de su tiempo.
Le pedía más información y su planteamiento era:
“Mi rutina que yo me genero es mi rutina de bienestar” “Me gusta mi día a día” “Así que, no necesito salir 100% de lo que me gusta hacer en mi rutina”
Y eso es estupendo. Sus comportamientos son algo más que obligaciones que le hacen sentir cansancio o agobio por el exceso diario.
Y tú, ¿qué opinas? Piensa en qué has convertido tus días como para que necesites salir corriendo para recuperar tu bienestar.
Quizá sería mejor reorganizar tus tiempos para que las vacaciones supongan disponer de otro momento que te permita hacer otras cosas que el día a día, no. Por ejemplo un viaje a otro país. Pero, que ello no suponga una forma de vida distinta sino un complemento a la que ya te has creado.
Te escucho.
Te cuento algunas claves para generar tu rutina de bienestar:
- No siempre se puede dejar el trabajo atrás, de acuerdo.
No obstante, Informa a tus colegas y jefes de que estarás desconectado con respecto a sus necesidades. Por tanto, configura una respuesta automática en tu correo electrónico y apaga las notificaciones laborales en tu teléfono.
Y solo sí, tú quieres replantear uno minutos sobre tus quehaceres, hazlo. Pero no por atender exigencias de los demás, sino porque para ti es importante. - Establece límites digitales: Re-organza el uso del teléfono y las redes sociales. Me gusta la idea de utilizar aplicaciones que limiten el tiempo de pantalla o que te recuerden antes de comenzar si estás seguro de que quieres hacerlo. Eso te permite pensar en si te estás acercando o no a tus objetivos. Después de todo necesitas más tiempo para hacer aquello que no haces en tu día a día habitual. Tienes que organizar qué haces para conseguirlo.
- Dedica tiempo a la respiración profunda o simplemente a disfrutar del momento presente. Esto te ayudará a relajarte y a tener conciencia de lo que has ido a hacer.
- Conecta con la naturaleza: Pasear por la playa, hacer senderismo o simplemente disfrutar de un entorno natural puede tener un efecto revitalizante.
- Haz actividades que disfrutes de verdad: Lee un buen libro, escucha música, practica deportes o haz cualquier actividad que te haga feliz y te ayude a conectar contigo y lo que te gusta.
- Pasa tiempo con tus seres queridos: pero solo aquel que realmente disfrutas. Olvídate de las obligaciones del “estar por estar” Aprovecha para fortalecer las relaciones, ya sea con amigos, familiares o pareja con aquellas fórmulas que compartís.
- Deja que fluya el tiempo: Evita planificar en exceso tus días. Permítete ser espontáneo y disfruta del ritmo más lento o más rápido. Sencillamente ¡diferente!
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