Qué es un ataque de pánico
Seguramente hayas escuchado hablar de los ataques de pánico. Pero qué es en realidad un ataque de pánico y cómo controlarlo.
Un ataque de pánico es un episodio repentino, de miedo o ansiedad profundos, que desencadena reacciones físicas, intensas, que pueden resultar aterradoras; y todo, en momentos en los que no existe un peligro real o una causa aparente.
Es posible que, en una situación de tal intensidad, creas que estás perdiendo el control o incluso que estás sufriendo un ataque al corazón. Pero también, que vas a morir. En todo caso, el descontrol es un factor común.
Por tanto, un elemento clave en un ataque de pánico es una interpretación errónea de las sensaciones que tu organismo experimenta ante un miedo irracional.
Veamos cómo identificar un ataque de pánico.
Síntomas de un ataque de pánico
Los ataques de pánico suelen incluir algunos de estos signos o síntomas:
- Sensación de peligro inminente: una sensación de que algo terrible está por suceder.
- Preocupación y miedo intensos que pueden resultar abrumadores. Por ejemplo: miedo a perder el control o a la muerte.
- Sentimiento de descontrol ante los latidos del corazón, que incrementan en frecuencia cardíaca rápida y palpitante, que se ponen de manifiesto ante situaciones novedosas, desconocidas o incontrolables.
- Sudar o temblar cuando no se gestiona una interacción con otras personas o en otros contextos desconocidos.
- Opresión en la garganta que se traduce en dificultad para respirar. Lo que genera miedo ante una sensación de ahogo, que si bien no es real, se experimenta como antagónica al bienestar emocional.
- Escalofríos o sofocos que captan tu atención y generan una desconexión con la realidad.
- Náuseas o calambres abdominales: Sensación de malestar o dolor en la zona del estómago que genera inseguridad.
- Dolor de cabeza o cefalea tensional, mareos, aturdimiento e incluso sensación de desmayo que generan sensación de inestabilidad.
- Sensación de entumecimiento u hormigueo en distintas partes del cuerpo que a veces son confundidas con otros síntomas de posibles enfermedades que generan inseguridades e incluso miedo, ante la confusión de los mismos.
- Sentimiento de irrealidad o desapego para con uno mismo o con el entorno. Es una sensación de extrañeza difícil de explicar, pero realmente experimentada como una sensación incontrolable y desafiante.
Causas y desencadenantes de un ataque de pánico
No hay una causa general por la que experimentar un ataque de pánico, pero sí sabemos que puede ser provocada por el estrés, ciertas condiciones de salud o interpretaciones erróneas de la realidad de cada cual.
Algunos desencadenantes comunes incluyen:
- Eventos o situaciones estresantes: como perder un trabajo, un ser querido u otras situaciones estresantes.
- Condiciones médicas y físicas: como problemas cardíacos, problemas de tiroides, problemas respiratorios y abstinencia de ciertos medicamentos o sustancias.
- Fobias: Miedo intenso a cosas o situaciones específicas.
- Genética: los antecedentes familiares pueden influir.
- Desequilibrios químicos en el cerebro como desregulación hormonal o de neurotransmisores.
Cómo afrontar y tratar un ataque de pánico
Algunos consejos para paliar los efectos de los ataques de pánico, son:
- Basándose en nuestra experiencia, podemos decir que la terapia cognitivo-conductual y otras estrategias complementarias pueden ser efectivas.
- Ciertos medicamentos pueden ayudar a aliviar los síntomas en un ataque de pánico.
- Cambios en el estilo de vida como: reducir la cafeína y el azúcar y mejorar el sueño suelen mitigar la ansiedad y los ataques de pánico.
- Técnicas de relajación como la respiración profunda y la meditación a veces pueden ayudar a controlar la aparición de un ataque de pánico.
- Evitar estimulantes: como la cafeína, la nicotina o el alcohol, favorecen la gestión de la ansiedad.
En definitiva, y a pesar de todos estos consejos, es fundamental analizar tu causa específica para obtener un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado.
Los síntomas de un ataque de pánico fuerte pueden ser similares a los de otros problemas de salud, incluidos problemas cardíacos, trastornos respiratorios y otros trastornos de ansiedad, por lo que la gestión de tus pensamientos es crucial para poner límites y definir tu forma de vida.
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